El Club de Toby

Anoche me reuní con viejos amigos. Amistades que hice en mis últimos años de preparatoria gracias a un compañero de salón y buen amigo mío (Tito), amistades que no me dediqué a fortalecer porque la distancia, el tiempo, y la engañosa seguridad de que todo seguirá igual y nos volveremos a ver así lo quisieron.
Y en ese engaño y durante todo este tiempo mis amigos se casaron, tuvieron hijos (uno ya hasta se divorció), desarrollaron abultados abdómenes (menos Tito), consiguieron empleos, cambiaron empleos, en fin, se conviertieron en personas responsables y económicamente activas. Todos menos yo.
Sin embargo siguen siendo los mismos. El mismo sentido del humor que nos hacía reir a carcajadas sigue intacto. Las viejas anécdotas que no se hacen viejas. Las cervezas que siguen pasando y alguna que otra que se nos va quedando. La música. Etcétera, etcétera.
Lamento no frecuentarlos tanto, no haber estado en sus bodas, en los bautizos de sus hijos, en sus penas con alcohol, en sus glorias (también con alcohol), o simplemente en lo cotidiano de una reunión, lo espontáneo de una llamada, el viaje planeado, la fiesta esperada. En fin.
Si tengo la fortuna de ser todavía considerado "sus" amigo y no un solo miembro más de la jugada de los jueves me consideraré muy afortunado, pues en esta vida las riquezas vienen y se van, pero los amigos hay que mantenerlos por siempre.
Salud...