enero 06, 2009

Sin azucar, gracias.

Y es que así tenía que ser.

Un par de copas y una cámara,
un saludo amable y una conversación formal.

Un par de amigos nuevos.

De vuelta a la casa sin más compañía
que uno mismo.

Las sonrisas quedaron atrás,
la plática "intelectual".

La posibilidad de un reencuentro
remoto en el "hubiera".

Otra porción individual
que se diluye como la leche en el café.

1 Propinas:

Blogger Lahetaira said...

Sólo muriendo se puede escapar definitivamente del encierro que nos mantiene dentro de nuestro cuerpo. Hay veces que nos pesamos tanto, que estamos tan presentes, que los otros son como espectros, transparentes, casi inexistentes, atravesándonos sin tocar nuestra imponente soledad.

Un abrazo.

12:03 p.m.  

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