julio 08, 2005

Post largo, cuento corto

a Xamiru, a Tío Nasty

Despertó por el bochorno que sentía al respirar un aire viciado de varias horas de encierro en un pequeño cuarto de azotea, perfume de alcohol del cuarenta destilado y perspirado en ausencia de su conciencia, el sol golpeaba inmisericorde a la pequeña habitación y por ningún lado se dejaba sentir aire fresco. Corrió las ventanas que suponía había cerrado para evitar entrar la lluvia la noche anterior, no lo sabía de cierto, no se acordaba de nada.

Buscando entre la caja de cartón que hacía la función de mesa de luz por alguna aspirina intentaba ignorar la circulación de sangre que al parecer continuaba la fiesta en su cabeza y se dejaba sentir, cada vez mas fuerte, a la par de los latidos de su cansado motor de tres válvulas (una trabajaba a media potencia debido a las virtudes del chicharrón de cerdo y los tacos de moronga de doña Chonita que tanto le gustaban). Nada. Zip. Cero.

“Josuputamadre dolor de cabeza”, creyó oirse decir (¿o lo pensó?), por lo menos le quedaba el consuelo de un cigarro.

En su mente empezaron a aparecer imágenes, flashazos, rostros (algunos con voz, otros mudos, con risas inaudibles), conversaciones (“no, no conozco a su tío ése”), bebidas, mujeres, más bebidas. “No mames, me pasé de verga con el alcohol”, pensó, lo cual, reconoció, sonó a exageración tomando en cuenta que por lo menos había despertado en su cama (no como la vez que despertó tumbado en una playa de Oaxaca con un par de desconocidos).

La llamada del “agente X” (pinche nombre tan mamerto) había iniciado una búsqueda en cinco ciudades de dos continentes, y para Belascoarán no habría llegado en mejor momento que en fin de semana, aunque cualquier momento, mientras se tenga dinero, es bueno para iniciar una búsqueda por los bares de la Condesa so pretexto de tomarse unos alcoholes.

A Belascoarán le faltaba la elegancia y la sagacidad de sus homólogos en las otras ciudades, sin embargo tenía un instinto que lo hacía distintivamente suspicaz.

La verdad, y él lo sabía, no se trataba más que de una pinche suerte digna de irlandés, no sabía cómo, pero en sus pedas mas obscuras daba con quien buscaba de la manera más inesperada.

Mientras cavilaba o más bien intentaba recordar en lo que había ocurrido la noche anterior (mas bien, el fin de semana anterior), se oyó un timbrar ahogado que reconoció como el de su celular, lo buscó entre el desorden clásico de habitación y creyó que provenía de el suelo de el otro lado de la cama. Lo cubría una minúscula prenda blanca y mientras la examinaba contestó.

-Oye, ¿no dejé mis pantaletas allá arriba?- dijo una voz de mujer del otro lado del auricular- Es que en el coche no las encuentro. Por cierto, el putazo que trae tu coche no se lo di yo eh?... manejé yo?

“Ah cabrón! Yo ni tengo coche”, se oyó decir Belascoarán (¿o lo pensó?).

7 Propinas:

Blogger Chamirú said...

Ja. hilarante. Me gustó un chingo, mi estimado.

3:00 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

mmm...estás seguro de que no te acuerdas de nada?? píensele, piensele, orele, anímese...jajaj

8:44 p.m.  
Blogger Lo-que-serA said...

Se ve que estuvo bueno el fin de semana.
:)

12:32 p.m.  
Blogger robles quiroz said...

Pues sí, pero... no sé porque me deja incómodo el alcoholismo del Belascoarán. Siempre lo he visto de otra forma, con su café de chinos o sus cocas con limón.

2:14 p.m.  
Blogger Hector said...

A todos nos toca alguna vez encontrarnos el el fondo de una botella.

7:59 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Concedo, concedo. Era cuestión de tiempo. Pero creo que la muchacha-de-la-cola-de-caballo podría ser sustituta de la botella, con todo y sus ausencias.

4:12 p.m.  
Blogger Pirer said...

No soy muy dado a halagar la forma de escribir de otros.
Soy una persona envidiosa y ruin.
En fin, no lo haré en tu caso tampoco, pero ya te linkié,jeje.
Saludos.

9:02 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home