septiembre 28, 2005

Añoranzas

Quisiera, en este momento, estar en el DF, en esa ciudad donde tu soledad y tú son uno más y las luces de la ciudad que aparenta dormir te acompañan.

Quisiera escuchar a Guillermo interpretar una melodía tranquila y a Luri marcar lentamente el paso de un corazón que retorna a su soledad. Quisiera tener una copa en mano y a un amigo al lado y olvidar. Aunque sea por un momento.Y luego continuar el juego de la vida...

Quiseira pensar, mas bien, quisiera saber que hice bien, que tomé la desición correcta.

Pero sé que me arrepentiré.

Mientras tanto vago en mis pensamientos y añoranzas, y quisiera creer, quisiera saber de cierto, pero solo supongo, y no sé, no sé...

septiembre 26, 2005

La hora Zinco

La hora zinco es a las diez, a las once, o al llegar la media noche.
La hora zinco es oscura como oscuras sus paredes puedan ser: negras y rojo terciopelo, la cortina tras la que espera un misterio a descubrir.
La hora zinco son diecisiete: cinco saxos, cuatro trombones, cuatro trompetas, una batería, un contrabajo, la guitarra y el piano (y un cabrófono colado).
La hora zinco son dos amigos, y sus amigos, y los amigos de sus amigos.
La hora zinco son los martinis, los vermouths y las cervezas. Es un chaser que no dice nada pero que da gusto que esté ahí nomás. Como yo.
A la hora zinco todos callan y las estrellas de la noche subterránea hacen su música como sólo el jazz la puede hacer. La hora zinco tiene voz femenina y el encanto de sus ojos que sonríen al cantar.
La hora zinco está marcada por el centro, por los treintas, por una carita con boca de zinco.
Zinco para estar, Zinco para recordar.
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